Hay que bancar, siempre hay que bancar. Porque detrás de esta postal se esconde la historia de tantas familias de laburantes peleándole a una economía canalla de puro ajuste.
Ian y Leonel son los dos pibes de 14 años que sostienen el cartel sobre una vereda de Ituzaingó, en el conurbano bonaerense. Allí, su mama junto a una excompañera de trabajo, decidieron abrir una pastelería con productos que realizan en sus propias casas y exponen a la venta para los vecinos del barrio. Así fue que en “Dulcemente”, mientras Mariana y Adriana ofrecían tartas, alfajores, roscas y panes saborizados, se sorprendieron cuando los entrañables adolescentes comenzaron a mostrar el cartel con destino viral.
“Vine desde Padua a comprar porque vi la foto en Facebook”, decía una vecina sobre el gesto de Ian y Leonel. Adriana cuenta que no maneja redes sociales y desconoce cómo potenciar el proyecto que nació hace solo 15 días, en un conurbano castigado por una economía de ajuste a medida de las exigencias del Fondo Monetario Internacional, y de materias primas sin referencia de precios.
Pero los pibes siempre entienden todo y también saben del esfuerzo de la querida vieja para sostener un plato digno de comida, entienden más que nadie, que ante todo hay que bancar. Aunque desfilen las gestiones y se empeñen en detonar el bolsillo de los más humildes, mientras un pequeño sector engorda sus cuentas bancarias en el exterior. Aunque ahora se acuerden de los más humildes en spots berretas y en sus frases de barricada de cartón, mientras millones de laburantes se llevan cada noche a su almohada, una mueca triste por un país que no para de resonar bolsillos flacos y arrojar a una porción de argentinos a la indigencia.
Nuestros pibes lo sufren y perciben porque siempre entienden todo, y por eso siempre están ahí para sostener nuestra sonrisa y hasta un simple cartel, que de algún modo, se convierte en síntesis de esta argentina: Vengan a comprar”.