El Día Internacional de las Cooperativas se celebra el primer sábado de julio de cada año. Su objetivo es aumentar el nivel de concientización sobre la actividad de las cooperativas y difundir masivamente los logros del movimiento y los ideales de la solidaridad internacional, la eficiencia económica, la igualdad y la paz mundial.
El Día Internacional también tiene como objetivo fortalecer y ampliar las asociaciones entre la cooperación internacional, el movimiento cooperativo y otros actores, incluidos los gobiernos, a nivel local, nacional e internacional
El cooperativismo nació como respuesta crítica al capitalismo. Ése fue el sentido profundo de la extraordinaria creación que inmortalizó a los Pioneros de Rochdale. Porque en 1844, hace 168 años, los fundadores de la primera cooperativa de consumo llevaron a la práctica un modelo de organización económica y social basado en la solidaridad. Y lo hicieron, precisamente, en un contexto de crisis provocada por un sistema que privilegiaba la máxima ganancia como fin principal y último.
La Revolución Industrial de entonces multiplicó en proporciones astronómicas la producción de bienes materiales. Pero el conflicto esencial inherente al sistema capitalista, consistente en el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación de la riqueza, cada vez más concentrado, comenzó a eclosionar a través de las crisis cíclicas. Así, los períodos de bonanza se alternaron con los del paro forzoso, cuyas víctimas principales fueron y siguen siendo los sectores más débiles de la sociedad.
En ese marco histórico apasionante por lo novedoso, pero a la vez dramático por sus consecuencias, los modestos precursores de la cooperación moderna se dieron a la tarea de diseñar y poner en funcionamiento una forma de organizar el consumo a través de la ayuda mutua y el esfuerzo propio.
El éxito de esta creación fue mucho más allá de la permanencia en el tiempo. Su ejemplo se extendió por todo el planeta, llegando al presente con una dimensión mundial que abarca a las más diversas ramas de la economía y congrega a mil millones de personas. Uno de cada siete habitantes de la Tierra forma parte de un movimiento social orientado por principios y valores humanistas.
Pero más allá de los logros del cooperativismo en la creación y distribución de bienes y servicios, hay un aporte de vital importancia y trascendencia en la coyuntura histórica que vive la humanidad. Se trata del ideario cooperativo, cuya vigencia es indudable frente a la crisis económica, política, social, cultural y civilizadora contemporánea.
La batalla cultural de nuestros días encuentra en la doctrina y la práctica de la cooperación un aporte formidable, para contribuir a transformar la realidad. Porque la persistencia del modelo dominante a escala planetaria nos augura un futuro sombrío.
Los millones de desocupados en los países desarrollados del hemisferio norte, el ajuste brutal de los presupuestos estatales destinados a la educación, la salud, las jubilaciones y pensiones, entre otros derechos, son el costo que deben pagar los pueblos como consecuencia de políticas que han privilegiado la especulación financiera y los intereses de las grandes corporaciones.
Cada persona que pierde su empleo es mucho más que un número estadístico. Es un ser humano que deja de encontrarle sentido a su existencia. Y esto es aún más grave cuando los perjudicados son los jóvenes. Porque el desempleo pasa a convertirse en un problema estructural, permanente, y entonces se pierde la cultura del trabajo.
La pugna entre los intereses concentrados y las demandas populares insatisfechas también amenaza la vigencia de la democracia. Basta con mirar la realidad de América latina, donde se vienen desarrollando procesos emancipadores orientados hacia la justicia distributiva y la afirmación de proyectos nacionales. Pero a la par de estas experiencias estimulantes, crecen también las fuerzas regresivas que procuran detener los avances de un creciente protagonismo popular y, sobre todo, de la democratización de la economía. Entonces apelan a los recursos más perversos, desde los medios de comunicación monopolizados por los tradicionales factores de poder, hasta los golpes de Estado con fachadas constitucionales.
Así de complejo es el escenario del presente, cuando el movimiento cooperativo internacional celebra el día consagrado a valorizar sus múltiples realizaciones y trazar los planes estratégicos hacia el porvenir.