Ir al contenido

Pero hasta donde tendrán que subir: “Si los precios siguen subiendo, el Estado tendrá que intervenir”

En una entrevista, el primer mandatario habló de la inflación, de la negociación por las vacunas, del “falso” dilema que pretende instalar la oposición sobre vuelta a las clases presenciales, de los problemas de la justicia. También de los debates dentro del Frente de Todos y su relación con la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Dice que sí, que si un mensaje esotérico le hubiese advertido que su presidencia iba a estar atravesada por una pandemia igual hubiese aceptado la oferta de ser candidato. Pero se ríe cuando cuenta que con Axel Kicillof dicen siempre que la próxima vez tienen que leer la letra chica del contrato.
Alberto Fernández habló de todo: su intención de que los productores de alimentos entiendan que no pueden cobrar al mismo precio al que exportan y su decisión de aumentar las retenciones o establecer cupos si no lo comprenden; la previsión sobre cuánta gente puede vacunar la Argentina en el mediano plazo y las negociaciones con los laboratorios, el “falso” dilema que quieren instalar los medios y la oposición sobre que el Gobierno no quiere empezar las clases presenciales, los debates dentro de la coalición gobernante, los problemas de la justicia y su relación con la vicepresidenta.
–El precio de los alimentos es un problema al que se refirió varias veces. ¿Qué evalúa hacer para frenar los aumentos?
–Primero quisiera explicar qué pasa con la carne. Para que la gente me entienda, China era un país que solo importaba carne envasada y había un número limitado de frigoríficos que tenían capacidad de exportar. Ahora, decidió importar carne con hueso, medias reses y el productor de carne tiene la posibilidad de vendérsela al carnicero o vendérsela a China a un precio enorme. Yo necesito que ellos exporten porque necesito dólares que entren. Pero lo que no pueden es trasladar a los argentinos los precios internacionales porque no producen en precios internacionales. Ellos no producen en dólares. El Estado sólo tiene dos canales para resolver el problema, dos herramientas que preferiría no usar: subir las retenciones (que en este momento están acotadas) o poner cupos, decir esto no se exporta. Y no hay mucho más tiempo para que decidan. Yo les pido que comprendan de lo que estoy hablando y que la gente me entienda. Cuando estoy hablando de estas cosas no estoy contra el campo, estoy a favor de la mesa de los argentinos. Tienen que entender que son parte de la Argentina. Yo le he dicho al ministro de Agricultura que todo tiene un punto límite. Les estoy diciendo públicamente que no puedo dejar que esto siga pasando, porque el riesgo es que con la pandemia todos estos productos van a seguir creciendo en su precio y no estamos dispuestos a tolerarlo. Los aceiteros lo entendieron y organizaron un fideicomiso, resolvieron un mecanismo de compensación entre ellos. Si no lo entienden, me obligan a resolver el problema y no pueden hacerse los desentendidos. A mí me votaron para ejercer el poder cuando tengo que ejercerlo. No se puede especular en este contexto, no tienen derecho a lastimar la tranquilidad de la gente.
–En ese juego especulativo, las pequeñas devaluaciones mensuales que está sufriendo el peso ¿no tienen también algo que ver con la suba de precios?
–Se lo pregunté a Martín Guzmán y él dice que no, que es una forma de mantener el tipo de cambio equilibrado que ha funcionado bien.
–Es decir que usted cree que la inflación es responsabilidad de la especulación.
–Sí. Y ya lo saben. Estoy feliz de que podamos exportar, pero no puedo entender cómo puede ser que los argentinos convirtamos una oportunidad en un problema.
—Los últimos días estuvo hablando con líderes mundiales como Merkel, Putin, Macrón, Costa, sobre las negociaciones con el FMI entre otros temas ¿Qué expectativas tiene?
–He tenido muy buenas conversaciones. Con Macrón hablamos largamente sobre la posibilidad de que el FMI flexibilice los plazos de un posible acuerdo de facilidades extendidas, de forma tal de postergar el pago de vencimientos. De esa forma podríamos disponer de más de 3000 millones de dólares. Consideró atendible el planteo. El ministro Guzmán estaría viajando a fin de mes a Washington. Es una negociación larga.
Las Vacunas
–¿Qué noticias tiene respecto de la llegada de más vacunas a la Argentina?
–Hubo claramente una demora en las previsiones que había hecho Rusia, que a esta altura debería haber entregado 10 millones de vacunas. La explicación que nos dan es que ha habido un retraso en la elaboración, porque parece que en la producción de vacunas hay que hacer como una escalada en la producción. Los cálculos dan cuenta de que después del 15 de febrero todo se normalizará y yo confío que sea así. En unos días estaremos recibiendo más vacunas de Rusia y vacunas de AstraZeneca, que nos está adelantando parte de lo que se habían comprometido a entregar en febrero. Sigo con la idea de que podamos recibir las vacunas de acá el 31 de marzo que Rusia se comprometió a entregar y acelerar la vacunación al máximo, porque la propuesta y la idea que yo tenía era contar con ellas para vacunar a las 13 millones de personas que están en situación de riesgo. Ahí incluyo al personal de la salud, de las fuerzas de seguridad, a los docentes, a los mayores de 60 años.
–Teniendo en cuenta estas demoras, ¿no fue arriesgado haber hablado de cifras y tiempos que no se llegaron a cumplir? Eso generó una expectativa que alimentó críticas.
–En verdad, lo que nosotros hicimos fue contar lo que dice el contrato y ha habido una imposibilidad fáctica de Rusia de cumplir con ese contrato. Para dispensar un poco a Rusia hay que decir que ése problema lo enfrentan todos. Yo en estos días hablé con el primer ministro de Portugal, Antonio Costa, con Angela Merkel y con Emmanuel Macron. Los tres tienen los mismos problemas para recibir vacunas e inclusive con Merkel le dedicamos a este tema una parte extensa de la charla. Como en Alemania no tienen aprobada aún la Sputnik V, quería conocer qué experiencia teníamos. Le transmití mi experiencia y la confianza que tengo en la vacuna, que es absoluta, porque no hemos reportado un solo efecto adverso.
–A Juntos por el Cambio le faltó decir que venía Stalin a aplicarla…
–A mí me parece muy riesgoso y poco feliz todo ese debate en los términos en que lo propone la oposición porque la verdad es que actuamos con toda responsabilidad. Yo escuché decir que las vacunas llegaron por un acuerdo de Cristina con la inteligencia rusa. Escuché críticas de un ex ministro de Salud (Nota de la R. Adolfo Rubinstein) al que se le vencieron millones de vacunas. Escuché cosas absolutamente incomprensibles que asustaron a un montón de gente. Me asombra mucho que todavía tengan capacidad de reflexión. Me gustaría más que tengan capacidad de vergüenza. Tuvimos que poner montar un sistema de salud, que no existía, en 90 días.
–Hay gente enojada con Horacio Rodríguez Larreta porque no abrió un registro de preinscripción y sienten incertidumbre. ¿Cree que la está escondiendo?
–No quiero aventurar una opinión en ese tema porque no conozco cómo es el plan. Sí tengo claro que las vacunas que hemos distribuido básicamente son para el personal de salud y en esos términos se están aplicando. Y si me guío por las palabras de Fernán Quirós, que habla con mucha seriedad y mucha responsabilidad, nunca he escuchado un comentario adverso a la vacuna.
–Teniendo en cuenta los cambios y los naturales contratiempos. ¿Cuánta gente y en cuánto tiempo cree hoy que está en condiciones de vacunar Argentina?
–Nosotros el cálculo que hacemos es que mensualmente podemos vacunar a lo sumo cuatro millones y medio de personas. Y estoy viendo experiencias que utilizan en el exterior, como habilitar farmacias para ampliar el número de establecimientos y acelerar el proceso.
–La Sinopharm, la vacuna china, es cara. El Gobierno les compró un millón. ¿Cómo está la negociación por los otros 30 millones?
–Tuvimos una serie de idas y venidas razonables en la discusión. Es una vacuna particularmente más cara: cuesta 30 dólares cada dosis mientras la Sputnik V cuesta nueve dólares con cincuenta cada dosis. Nosotros les propusimos hacer un contrato inicial y quiero aclarar que han mejorado el precio para nosotros y quedamos en 20 dólares cada dosis. Ellos nos proponen una opción para comprar 4 millones de dosis más en marzo y completar más adelante los 30 millones. Estamos por concluir el proceso donde ANMAT tiene que verificar la calidad de la vacuna.
–¿El contrato con Pfizer lo da por caído?
–Me parece que Pfizer no tuvo vocación de avanzar con nuestro contrato, no soy yo quien no ha querido. Han tenido dificultades en el suministro y por eso tienen los problemas que tienen en Europa y en otros lugares de América Latina.
–Algunos candidatos presidenciales de la región (Perú, Ecuador) le están pidiendo que interceda en la negociación para garantizar dosis. ¿Lo pudo hacer?
–Sí, ya hice esa gestión.
–Y pensar que Elisa Carrió presentó una denuncia por envenenamiento colectivo…
–Me parece poco feliz. Tenemos que ganarle al tiempo para tratar de vacunar mayor cantidad de gente antes del otoño por el riesgo de la segunda ola.
Las clases presenciales
–El Gobierno está trabajando para que las clases presenciales vuelvan en 2021. Pero en la Ciudad de Buenos Aires la comunidad educativa ha pedido una postergación porque aseguran que para el 17 de febrero no están dadas las condiciones. ¿Cuál es su visión de ese conflicto?
–Quiero que todo el mundo entienda que nadie quiere que las clases no empiecen. Pero se ha planteado un escenario en el que parece que la Ciudad quiere y el resto no. Es una tragedia que un chico se retrase en su educación y ya tenemos que pensar que en un año se van a tener que completar los contenidos de dos. Y el Estado tiene que garantizar condiciones seguras para ese regreso. A mi juicio, los docentes mayores de 60 años deben ser vacunados, todos los docentes de menos de 60 años con alguna enfermedad prevalente deben ser vacunados. Y los que están en riesgo y no son vacunados tienen que ser reemplazados por suplentes. No veo oposición de los docentes a este planteo, veo que se ha planteado mediáticamente un debate en el que quieren mostrar un dilema falso.