La atribución constitucional de “desechar en todo o en parte” una ley sancionada por el Congreso fue utilizada por los jefes de Estados con más frecuencia de lo que parece, desde la recuperación democrática se registraron 382 vetos presidenciales, es decir un promedio de más de 12 por año. Eso sí, la medida nunca ha sido tan anticipada como en el caso de la ley antidespidos con el que Mauricio Macri debuta en esa práctica.
Desde 1983, Carlos Menem fue el presidente que más leyes vetó: un total de 195. El 12,5% de las que llegaron a su firma. Pese a que aventajó largamente a su predecesor, Raúl Alfonsín, que vetó 49 (el 7,5%), el riojano fue superado en el promedio de leyes desechadas por Eduardo Duhalde, que devolvió el 20,4% de las que le llegaron (fueron 37 vetos) y Fernando de la Rúa, que lo escolta con el 14,1%, a partir de sus 46 vetos totales y parciales.
En los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner produjeron la menor proporción de vetos. El 6% en el período del santacruceño, que apeló a la medida 36 veces y apenas el 2% durante los ochos años cristinistas, en los que se registraron 18. Para los analistas es una tentación decir que ese bajo promedio abona la teoría de la “escribanía” que funcionó en el Parlamento en esos años, según detractores de la pareja.
Esta hipótesis podría reforzarse con otro dato: los Kirchner fueron los únicos que no debieron soportar el rechazo legislativo a alguno de sus vetos, para lo cual ambas cámaras deben contar con el voto de los dos tercios de los presentes.
En cambio, a Menem le invalidaron 30 de sus vetos parciales o totales, 5 a De la Rúa, 3 a Duhalde y sólo uno a Alfonsín.
Con el veto de hoy a una de las cuatro leyes que sancionó el Congreso en los primeros meses de su gestión (pago a los holdouts, permiso para viajes presidenciales, reforma de la ley del consumidor y antidespidos), Macri trepa al podio con el 25% de promedio. Con minoría parlamentaria, habrá que ver como maniobra su tropa para poder evitar que deba recurrir a esa herramienta con la misma frecuencia.
Sin embargo, no todo es cuestión de cantidad. Cristina apeló sólo dos veces al veto total, pero carga con uno de ellos sobre sus espaldas, el de la ley del 82% móvil a los jubilados, una ley que impulsó la oposición de entonces. Al punto que el año pasado, pese a que apoyaba la candidatura presidencial de Daniel Scioli, decidió rechazar su promesa de reahbilitar el proyecto. “Yo veté la ley porque no le miento a los argentinos”, dijo Cristina Kirchner cuando todavía era Presidenta.