La depresión es una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo. Constituye una de las principales causas de discapacidad y es diferente a sentirse eventualmente triste. “La tristeza es una de las emociones básicas y es una respuesta de nuestro organismo frente a una pérdida, o alguna otra situación. La depresión, por su parte, es un proceso complejo que excede por mucho una reacción emocional y fisiológica. Afecta nuestro funcionamiento, ya sea familiar o laboral y es en ese punto en el que la consideramos una enfermedad o un trastorno”. El médico psiquiatra y director médico de Ineco Marcelo Cetkovich (MN 65636) comenzó a explicar que, por otra parte, “la enfermedad involucra muchas otras dimensiones además de la mencionada tristeza. Así, esta última debe ser persistente y acompañarse por otros síntomas como la pérdida de interés y placer en aquellas que antes interesaban. A esto, puede sumarse la sensación de cansancio, de pérdida de energía y las fallas en la atención. Otros síntomas son la falta de hambre, las dificultades para dormir o los sentimientos de culpa e incapacidad”.
En la década de 1960 Aaron Beck, un psiquiatra y profesor estadounidense, fue uno de los pioneros en desarrollar el sistema de psicoterapia llamada terapia cognitiva, la que, con el tiempo, al unirse al conductismo, fue dando paso a la denominada terapia cognitiva conductual o simplemente TCC.
El conductismo solía priorizar solamente los comportamientos, tener en cuenta sólo lo que era observable, medible: para esta escuela las emociones, el pensamiento, y todo lo que fuera interno era una “caja negra” a cuyo contenido no se podía acceder.
Luego, la Psicología cognitiva empezó a indagar qué había en el interior de esa caja negra, pensando el cerebro como si fuera una computadora, en la que la información que se obtiene está relacionada con cómo los datos fueron cargados y el proceso interno por el que pasan. “Ambas teorías que parecían, de alguna manera, opuestas, se unieron y dieron paso a la terapia cognitivo conductual, la cual se convirtió en una expresión superadora de ambas, donde se tiene en cuenta no sólo la conducta y sus cambios, sino también las emociones, creencias y pensamientos que las producen, convirtiéndose en la línea más científica de la psicología”. Para el licenciado en Psicología Flavio Calvo (MN 66869) “fue Beck,quien, desde los comienzos de la terapia cognitiva, estudió profundamente la depresión y al explicarla desarrolló lo que llamó tríada cognitiva de la depresión”.
Dicha tríada -según describió el especialista- consiste en tres elementos que se encuentran presentes en la manera de pensar de una persona que sufre depresión: ver de modo negativo el contexto que la rodea, verse de modo negativo a sí mismas y ver de forma negativa el futuro.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “las depresiones son la cuarta causa de pérdida de la calidad de vida de una persona, por la incapacidad que le pueden generar”. “A la hora de hablar de cuáles son las causas más comunes de las depresiones, es necesario tener en cuenta que hay muchos factores involucrados. Este trastorno muchas veces puede tener bases orgánicas, o en otros casos puede ser la consecuencia de un contexto negativo”, sostuvo Calvo, para quien “en relación a los contextos negativos, un clima familiar nocivo, problemas económicos o situaciones traumáticas estresantes (accidentes, pérdidas, violencia) son los factores más comunes que pueden producir un estado depresivo”.
Para él, “en un tiempo de pandemia como el actual, donde algunas personas estuvieron más tiempo que el habitual compartiendo horas y horas con su familia, o que perdieron su empleo, o que no pueden ver un futuro claro, hay más posibilidades de desarrollar algún tipo de depresión”.
Y tras aclarar que “al hablar de depresión se está haciendo referencia a un trastorno, que tiene como características la pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño (ya sea insomnio o hipersomnia) o del apetito (dejar de comer o comer en exceso), falta de actividad o hiperactividad, sensación de cansancio y falta de concentración”, el especialista hizo hincapié en que “su característica principal es la apatía, y la poca emoción, a diferencia de una persona triste, que puede estar sintiendo excesiva emoción”.
Como se observa, la depresión puede presentarse de muchas formas diferentes y hasta opuestas, por lo cual más que hablar de depresión se habla de depresiones.
Consultado acerca de en qué manera el contexto actual afecta la salud mental de adultos, niños y adolescentes, Calvo resaltó que “este problema afecta de manera diferente a las personas de acuerdo a los diferentes rangos etarios, y, por ejemplo, en la adolescencia, cuando es importante para una persona su desarrollo social y cuando el grupo de pares ocupa un lugar importante para el crecimiento de la persona, un contexto de poca posibilidad de contacto con otro, se puede volver muy negativo”.
“Lo mismo sucede en niños, quienes necesitan su grupo de pares para una mejor socialización -agregó-. Cuando niños o adolescentes sufren depresión es muy importante buscar ayuda de forma inmediata, ya que las consecuencias pueden ser mayores, principalmente porque en estas edades hay más propensión a conducta impulsivas, autolesiones y hasta suicidio. Hubo casos conocidos de personas que sin ningún motivo aparente se suicidaron, o cometieron actos contra sí mismos, porque estaba transcurriendo un estado depresivo que no había sido tenido en cuenta”.
Si bien la depresión es una de las enfermedades más frecuentes de la actualidad, durante años esta enfermedad fue descreída como parte de un posible padecimiento en niños. “Muchos especialistas consideran que en la infancia, donde todo es juego y diversión, la depresión no es una situación a tener en cuenta. Sin embargo, esta, puede darse a partir de los 3 a 17 años e impacta alrededor del 3% de la población infantil”, aseguró la psiquiatra infanto juvenil Andrea Abadi (MN 76165), para quien “estos índices demuestran que las tasas de depresión infantil, al igual que en adultos, también han aumentado en los últimos años y además de los que creen que la infância no es época de tristezas ,está el estigma y la idea de que la enfermedad mental es un tema del que no se habla,y menos en los niños”.
“Los niños o adolescentes que tienen familiares directos con antecedentes de depresión u otros trastornos del estado de ánimo, como el trastorno bipolar, tienen más probabilidades de sufrir depresión debido a una predisposición genética -agregó la directora del Departamento Infanto Juvenil de Ineco-. La predisposición implica una mayor probabilidad, lo cual no significa que el niño o el adolescente necesariamente experimente depresión”.
¿Cómo es posible advertir de manera prematura que una persona atraviesa un estado de depresión? Y, ¿cuáles son los pasos a seguir una vez que una persona advierte estar deprimida o que alguien de su entorno lo está?
– Calvo: Como las depresiones pueden presentarse de maneras tan diferentes, a veces para una persona se hace difícil reconocerla. Es importante tener en cuenta esta “apatía” esta falta de deseo de hacer cosas, de pensar en un futuro. También es bueno saber escuchar, muchas veces frases que hablan de las ganas de dejar de vivir no son solo frases al azar.
Es importante cuando se sospecha, o se tiene diagnóstico de depresión, buscar ayuda profesional. Nadie con problemas cardíacos diría “bueno voy a esperar que pase con el tiempo”, seguramente buscaría un buen cardiólogo.
La depresión es un trastorno que necesita tratamiento y acompañamiento profesional. Muchas veces quienes acompañan a alguien con depresión buscan que estas personas vean el lado positivo de la vida, lo bueno de vivir. Estos mensajes muy positivos pueden resultar contraproducentes para quien sufre de depresión, ya que al no poder verlo (porque no depende de ellos) se sienten más culpables y miserables, logrando de esta manera que el trastorno se intensifique. Cuando en el entorno hay una persona que sufre de depresión, es importante acompañar, y que la persona sepa que hay alguien presente, a pesar de que en el momento no lo pueda reconocer completamente.
Es importante destacar que la depresión tiene solución. Se habla de solución, y no de cura, porque se la entiende, no como una enfermedad, sino como una distorsión en la manera de interpretar la realidad, por lo cual, ajustando las formas de pensamiento, y corrigiendo estas distorsiones cognitivas es posible de abordar la realidad de una manera más adaptativa y adecuada.
– Cetkovich: La depresión es muy frecuente por lo que es bastante probable que tengamos alguien cerca que esté padeciendo la enfermedad. Como es algo que sucede a nivel mental y que suele instalarse en forma sutil, sólo se torna visible en sus formas más graves. El aislarse socialmente, el estar más callado, el abandonar los hobbies, los problemas para dormir, la falta de hambre y el estar menos ejecutivo son síntomas que se pueden instalar poco a poco, hasta que un día nos damos cuenta que lo que parecía cansancio o preocupación, es algo mucho más importante que llega a afectar la calidad de vida de nuestro ser querido. Cuando estos síntomas no ceden frente a nuestra insistencia o propuestas de actividades – que para la persona que está deprimida pueden sonar hasta sin sentido – es importante que frente a su presencia se busque tratamiento médico.
En el caso de los niños, como los adultos, pueden transitar momentos en los que se sienten “tristes”, o las fluctuaciones emocionales son normales. En el caso de los estados de ánimo depresivos, esos sentimientos y comportamientos duran más de dos semanas y pueden ser un signo que debería investigarse. Sentirse deprimido en este momento de pandemia, donde aún el futuro cercano de vuelta a clases no está claro, es una respuesta lógica y esperable, esto se suma a que los niños no han podido transitar el año escolar que finalizó y no han podido conectarse con situaciones de recreación estas vacaciones. Es decir, puede ser esperable que cierto ánimo decaído prevalezca, pero la depresión es más que sentirse triste o tener días malos. Un niño que se siente con ánimo negativo o siente desesperanza y no puede disfrutar nada, podría tener depresión y necesitar ayuda para recuperarse.
Entonces se deberían tener en cuenta ciertos síntomas de comienzo abrupto, que tengan una duración de dos semanas de presencia, mínimamente, para pensar en un trastornos afectivo depresivo.
Los síntomas que deben alertarnos son:
– Tristeza o irritabilidad inusuales y persistentes, incluso cuando las circunstancias cambian
– Pérdida de interés en actividades que alguna vez disfrutaron; sentimientos de anticipación reducidos
– Cambios en el peso
– Cambios en los patrones de sueño
– Baja autoestima, con frases como “soy feo/a”, “no soy bueno/a”, “nunca haré amigos”
– Sentimientos de inutilidad, desesperanza
– Bajada abrupta del rendimiento académico
– Sentir que todos están en su contra, o enojarse por cosas sin sentido
– Dormir mucho durante el dia
– Llanto por nimiedades
– Pensamientos o intentos de suicidio