Ellas cumplen muchos roles en la sociedad: están a cargo del hogar, de los negocios, los hijos y sus maridos. Hacen malabares con su tiempo para escuchar, acompañar y jugar. Están permanentemente combinando el deseo y el sacrificio para responder a sus propias necesidades y a las de quienes tienen a su cargo. Por todo esto y mucho más son admirables y tienen un valor único en la sociedad actual.
Estar en la escuela con sus hijos, llegar a tiempo al trabajo, ocuparse de las tareas del hogar, atender a sus padres, escuchar a sus familiares y demás amigos, acompañar al marido y muchas veces ocuparse él como si fuera un hijo-, son algunos de los malabares que las mujeres santiagueñas hacen todos los días convirtiéndose en una mujer maravilla.
En la actualidad, la mujer santiagueña y del mundo, no sólo es madre y esposa, sino que también ocupa un espacio laboral. Estas variaciones han producido que las mujeres se sientan más positivas y fuertes, logrando una modificación en todos los ámbitos.
Así es como la mujer cumple diferentes roles en su vida cotidiana: hija, madre, amiga, administradora, cocinera, son otras de las actividades que hacen que su figura en la familia y en la sociedad tenga un valor fundamental. La mujer día a día se enfrenta a desafíos en lo que sacrifica tiempo y algunos deseos para poder desempeñar todos estos roles que la hacen admirable y le otorgan un valor imprescindible en la sociedad.
A pesar de que muchas veces se sienten desbordadas por la cantidad de actividades que deben realizar durante el día y que las jornadas se convierten en maratones casi imposibles de recorrer, las mujeres santiagueñas hacen todo lo posible por estar en sus hogares atendiendo no sólo sus necesidades, sino las de toda su familia. Con algunos tropiezos llegan a la noche cansada, pero con la satisfacción de haber escuchado a su marido, jugado con sus hijos y también haberse hecho un lugar en su agenda para atender sus propias necesidades y deseos.