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Franco Colapinto: un repaso desde sus inicios hasta la actualidad

Franco Alejandro Colapinto nació el 27 de mayo de 2003 en Pilar, provincia de Buenos Aires, y desde muy pequeño dejó claro que lo suyo no era solo una pasión, sino un destino: correr. A fuerza de talento, perseverancia y una madurez impropia de su edad, se transformó en el mayor referente del automovilismo argentino de la última década. Hoy, tras años de sacrificio, ocupa un asiento en la Fórmula 1, convirtiéndose en el primer argentino en lograrlo desde el retiro de Gastón Mazzacane en 2001.

Del karting a Europa

Como tantos otros talentos del deporte motor, Colapinto comenzó en el karting. A los 9 años ya competía en campeonatos bonaerenses y rápidamente sumó títulos nacionales. La naturalidad con la que leía las carreras y su velocidad en pista llamaron la atención desde temprano. Pero el verdadero salto llegó en 2018, cuando viajó a Europa para probarse en el automovilismo de monopostos.

En 2019, con apenas 16 años, disputó la Fórmula 4 Española y se consagró campeón en forma categórica: 11 victorias, 10 poles y 13 podios. Fue el primer gran aviso de que Franco no era una promesa más, sino un nombre a seguir de cerca en los paddocks internacionales.

Los años siguientes demostraron una de las mayores virtudes de Colapinto: la capacidad de adaptarse a cualquier categoría, coche o contexto. En 2020 brilló en dos campeonatos muy exigentes: fue tercero tanto en la Fórmula Renault Eurocup como en la Toyota Racing Series de Nueva Zelanda. En ambos torneos se enfrentó con rivales de alto nivel, muchos de ellos hoy compañeros en la grilla de la F1.

En 2021 incursionó en el automovilismo de resistencia, participando en el Campeonato Mundial de Resistencia (WEC), las European Le Mans Series y la Asian Le Mans Series en la categoría LMP2. Aunque fue una pausa temporal en su camino hacia la F1, le permitió adquirir una experiencia técnica invaluable y forjar una madurez que hoy se refleja en cada vuelta.

Fórmula 3: consolidación y exposición global

El verdadero salto de exposición mediática se dio en 2022, cuando debutó en la Fórmula 3. Su primer año fue con el equipo Van Amersfoort, y logró una victoria memorable en Imola, además de múltiples top 5. En 2023 fichó por MP Motorsport, equipo con más estructura, y culminó la temporada en la 4ª posición del campeonato.

Colapinto demostró no solo velocidad, sino una madurez estratégica notable: sabía cuándo arriesgar, cuándo conservar y cómo cuidar los neumáticos, algo fundamental en las categorías formativas. Más allá de los resultados, empezó a destacarse por su actitud dentro y fuera de la pista. Siempre medido, enfocado y respetuoso, ganó seguidores en todo el mundo. En Argentina, empezó a surgir el sueño de volver a ver la bandera albiceleste en la Fórmula 1.

Fórmula 2 y el llamado de la academia Williams

La temporada 2024 lo encontró en la Fórmula 2, la antesala directa de la máxima categoría. Desde el inicio, Colapinto alternó buenas actuaciones con momentos más discretos, aunque logró una victoria importante en la carrera sprint de Imola. Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó gracias a su vínculo con la academia de jóvenes pilotos de Williams, a la que se había sumado en 2023.

En julio de 2024, cuando el equipo decidió no renovar a Logan Sargeant, el argentino recibió la gran oportunidad: debutar en Fórmula 1. Su estreno fue histórico no solo por lo simbólico —volver a tener un argentino en la grilla después de más de dos décadas—, sino porque logró terminar 13º en su primera carrera, un resultado más que digno en un coche limitado. Pero la verdadera consagración llegó unas semanas más tarde, cuando logró sumar sus primeros puntos con un 8º puesto en el Gran Premio de Azerbaiyán.

Alpine y un nuevo capítulo en la elite

En enero de 2025, Franco Colapinto fue anunciado como piloto reserva de Alpine, lo que en principio parecía un paso lateral. Sin embargo, los problemas de rendimiento de Jack Doohan en el inicio de la temporada le abrieron la puerta. En mayo, fue convocado para disputar cinco Grandes Premios como titular, comenzando en Imola.

En una pista donde ya había ganado en F3 y F2, Franco volvió a mostrar su temple. Aunque no consiguió puntos en esa carrera, su ritmo fue competitivo. En las siguientes fechas mostró solidez, y la dirigencia del equipo —incluido el asesor Flavio Briatore— decidió extender su participación al menos hasta Silverstone.

Aunque Alpine ha sido claro en que su continuidad dependerá de los resultados, todo indica que Colapinto se encuentra en plena evaluación como posible piloto a largo plazo. Su relación con el equipo es buena, y el argentino ha demostrado capacidad de trabajo, adaptación rápida y espíritu competitivo.

El regreso de una ilusión

La irrupción de Colapinto en la Fórmula 1 encendió una pasión dormida en la Argentina. Desde José Froilán González hasta Carlos Reutemann, pasando por Juan Manuel Fangio —el quíntuple campeón mundial—, el país tuvo una rica historia en la máxima categoría, pero en las últimas décadas esa presencia se diluyó.

En cada presentación suya, las tribunas se tiñen de celeste y blanco. En redes sociales, es tendencia cada vez que corre. Incluso figuras como Lionel Messi o Manu Ginóbili han enviado mensajes de apoyo. El país lo adoptó como su representante en una disciplina donde hacía falta volver a tener presencia.

Lo que viene

El camino de Colapinto recién comienza. A sus 22 años, todavía tiene margen de desarrollo y aprendizaje, pero también enfrenta un entorno altamente competitivo, donde cada error se paga caro. Su lugar en Alpine no está garantizado y su permanencia en la F1 dependerá, en gran medida, de su rendimiento en pista y la capacidad de aprovechar cada oportunidad.

Sin embargo, lo que nadie puede negar es que Franco ya hizo historia. Su presencia en la grilla de la Fórmula 1 es una victoria en sí misma. El desafío ahora será mantenerse, crecer, y quizás algún día, soñar con subir al podio o ganar una carrera. Tiene el talento, el respaldo y, sobre todo, el carácter.

En un mundo de vértigo y presión constante, Colapinto parece tener el equilibrio justo entre hambre de gloria y cabeza fría. Y eso, en la Fórmula 1, puede marcar la diferencia entre un piloto pasajero y una verdadera leyenda.

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