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Especialista asegura que la emotividad genera conflictos en la relación de madre e hija adulta

No resulta nada fácil la relación entre madre e hija adulta, cuesta encontrar una relación en la que se lleven bien, especialmente cuando la hija quiere comenzar a vivir su vida, sin demasiadas ataduras.

Es entonces cuando se genera la situación de la “madre tóxica”, la separación saludable, la independencia, y el miedo, sin el cual, según explican los especialistas, “no hay desarrollo e independencia”.

En una publicación reciente de Aleteia, una psicoterapeuta, educadora especial y directora de Bogna, clínica cristiana, sostiene que las razones de que más del 57 por ciento de las mujeres no están satisfechas con la relación con su madre, “son variadas, pero una de las más importantes es la emotividad femenina y el deseo de construir relaciones. Ten en cuenta que la relación con el padre, por regla general, no genera tantos problemas”.

Al analizar la primer etapa de la vida, explica la profesional que “los niños suelen pasar menos tiempo con su padre que con su madre, pero también lo hacen con principios diferentes, la relación con mamá se basa principalmente en conversaciones y confidencias, mientras que con papá, en actividades conjuntas”.

“Cuando se trata de una hija, se estrechan aún más los lazos y se identifica con la madre. Esto es lo que observamos con más frecuencia. De ella aprendemos también a ser mujer, esposa y madre, y a construir relaciones con nosotras mismas y con el mundo”, amplió.

Sobre la situación de que, para una niña de unos pocos años, mamá es de hecho el mundo entero, pero para una adolescente rara vez lo es, la profesional desarrolló:

“El bebé es parte de la madre durante el embarazo y es parte de la madre cuando nace. Pero entre las edades de 1 y 3 años, se produce el proceso que llamamos desconexión.

Aparece la ansiedad por separación: el niño pequeño reacciona a la separación de su madre con resistencia y llanto, y esto es completamente natural.

Sin embargo, esta situación ansiosa casi siempre conlleva una oportunidad de desarrollo. En este caso, solo al separarse, el niño tiene la oportunidad de descubrir que la ausencia de la madre no representa una amenaza para él. Y este es —de hecho— el primer paso de este niño en el camino hacia la independencia”.

Qué papel juega la rebelión juvenil en esta relación

La hija que miraba a su madre como un espejo, de repente comienza a hablar y rebelarse, en una situación en la que se duda si entender que no solo es normal, sino también saludable y de desarrollo.

Al respecto, la especialista entrevistada por Aleteia, explica:Una niña en edad preescolar quiere ser como su madre: se prueba sus zapatos, intenta pintarse los labios con su lápiz labial, imita gestos y palabras.

Pero para poder construir una vida independiente,  por sí misma -y no hay reglas-, debe tarde o temprano cortar con esta madre, es decir, cuestionarla.  Si esto no sucede, la niña puede permanecer en una relación simbiótica tóxica con la madre hasta la edad adulta avanzada y,en casos extremos, incluso por el resto de su vida.

¿Cómo podemos apoyar esta separación saludable, primero cuando es niña y luego cuando es adolescente?

Dándole el derecho dedecidir por sí misma. Por supuesto, según la edad y dentro de los límites establecidos. No permitimos que los niños de unos pocos años decidan si irán al kinder, pero sí de qué manera y con qué vestido, por supuesto.

Indiferencia versus exceso de control

La especialista analiza también si la indiferencia puede ser tan tóxica como el exceso de control, y puntualiza que “hay que añadirle que la indiferencia puede aplicarse tanto a la madre ausente, que centra toda su atención en su trabajo profesional, como a la madreque decidió quedarse encasa con sus hijos”.

“Después de todo, puedesestar con alguien prácticamentesin parar y concentrartesolo en limpiar, cocinar y todas las demás tareas urgentes, y al final no dedicarle ni unos minutos al día a esa persona”, añadió.

Y sobre el comportamiento de una madre tóxica, explicó que trata a la hija como un objeto, proyectando sobre ella las propias visiones y expectativas, lo que suele ir acompañado de comentarios críticos.

Uno de los cuestionamientos principales se basa en si es malo que una madre quiera ser amiga de su hija

Ante la consulta de si es bueno o malo que la madre quiera ser amiga de su hija, el artículo de Aleteia, menciona que “es bueno si pueden hablar honestamente, compartir emociones y experiencias, y si están interesadas en los asuntos de la otra”.

Tal vínculo excluye el control excesivo, el autoritarismo y la comunicación prohibitoria, y crea un espacio para la confesión. La hija puede contarle a su madre sobre sus penas, dilemas del corazón y conflictos con sus amigos. Pero al revés, no debería ser el caso. La madre puede contarle a su hija sus emociones y experiencias, pero sin entrar en detalles y sin convertir a la hija en una confidente. Esto correría el riesgo de cargar a la hija con sus propios problemas y hacerla responsable de su malestar.

Pero también teniendo en cuenta el papel de guía que pone límites y muestra lo que está bien y lo que está mal, una madre es una madre, no una amiga.

Y la amistad de madre e hija, pero en la edad adulta, ¿es posible?

Sí, siempre que haya una etapa de separación. Una relación sana solo puede surgir cuando, a pesar del espacio para consejos, sugerencias y compartir experiencias, cada parte siente que puede tomar decisiones independientes. Entonces hablamos, nos sugerimos, pero nadie trata a nadie como un oráculo.