El Pontífice fue recibido por el presidente Horacio Cartes. Durante su paso por Ecuador y Bolivia, reivindicó los derechos de los pobres, pidió diálogo político y demandó un cambio en las estructuras económicas globales.
Su última actividad pública en Bolivia fue una visita a la cárcel de Palmasola, la más hacinada y peligrosa del país, ubicada en una especie de ciudadela en Santa Cruz de la Sierra, en la que defendió la reinserción de los presos en la sociedad.
Francisco se despojó de todos los oropeles de pontífice y enfatizó: “Reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad”.
El Sumo Pontífice caminó lentamente en un amplio patio del recinto, donde era aguardado por 2.800 presos y sus familiares. Abrazó a todos y besó a niños en brazos. Detrás de él, personal del Vaticano repartía rosarios mientras una delicada melodía cristiana acompañaba su paso.
“El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y así es como me presento”, les dijo. “Recen por mí. Recen, también hice mis errores. Yo también necesito penitencia”, agregó.
Antes de acudir a la cárcel, el Vaticano informó que el Papa visitó a la virgen patrona de Bolivia, a la que le donó las condecoraciones que recibió de manos del presidente Evo Morales.
Es sabido que el Santo Padre no acepta ningún tipo de distinción. Aunque no se especificó nada sobre el polémico Cristo crucificado sobre la hoz y el martillo, que también recibió de regalo de parte del presidente boliviano.