Secretaría de Emprendedores y Pymes de la Nación, dependiente del Ministerio de Producción, presentó esta semana el Plan Argentina Emprende, que prevé entre otras iniciativas que tienden a simplificar la actividad, acompañar a los inversores de riesgo privados con desembolsos en co-inversión. Así, el Gobierno espera promover el retorno de los fondos de venture capital (VC) para eliminar una de las limitaciones más grandes con las que lidian los entrepreneurs en la actualidad.
“El desarrollo de nuevas compañías -dijo Josh Lerner, experto en entrepreneurship e inversiones de la Harvard Business School-, es fundamental para el crecimiento económico y la generación de empleos sostenibles”. No es el único en apoyar esta teoría con fundamento práctico, ya que instituciones de peso globales, como el Banco Mundial, por citar sólo uno, consideran al emprendedorismo un factor clave en el desarrollo de los países.
De allí el interés del Gobierno en fomentar la industria del venture capital. En concreto, siempre que la iniciativa sea aprobada por el Congreso, pondrá en funcionamiento dos tipos de respaldos a las ideas emprendedoras, según la etapa en que se encuentren las empresas. Por un lado, este año, el objetivo es crear tres fondos mixtos con $ 540 millones, que se repartirán con aportes de hasta $ 180 millones en cada uno. En dólares, moneda en que se firmarán los compromisos, los fondos tendrán al menos US$ 30 millones, donde -a un tipo de cambio de $ 15-, el Estado pondría US$ 12 millones y los privados, otros US$ 18. Los fondos se extenderán por unos 10 años, aunque el sexto se dará la posibilidad de comprar la participación pública.
Otra parte del proyecto es dar soporte a aceleradoras, con un programa de $ 65 millones al año. Aquí, el Estado pondrá un dólar por cada dólar privado en firmas tecnológicas (hasta US$ 50.000 en cada una), y dos, en los proyectos científicos (hasta US$ 200.000). La suma final es de $ 605 millones al año de erogación en aportes no reembolsables, sin contar los potenciales retornos.
El especialista de Harvard señaló que el incentivo por parte del Estado “es parte de la naturaleza del proceso de expansión del venture capital”. “Si los emprendedores argentinos se han destacado en los últimos años a pesar del entorno económico -señaló-, hay razones para ser optimista”.
En los Estados Unidos, ejemplificó, el impulso fue vital: “El impacto de las nuevas compañías respaldadas por capitales de riesgo ha sido mayor. Pese a que entre 1% y 1,6% de las firmas que se forman cada año son originadas con estos capitales, representan más de la mitad de las que se convierten en compañías públicas cada año”, precisó.
“Las oportunidades de inversión ¿estarán sólo en tecnología?”, preguntó La Nación. “Más del 80% de los venture capitals en América Latina se vuelcan en tecnología, en especial IT, pero en los Estados Unidos, hoy es sólo es la mitad. Quinces años atrás, sí se enfocaba en IT; luego se fue expandiendo a otras partes de la economía, y lo mismo pasará en los países emergentes que primero clonan ideas de los Estados Unidos y luego la industria pasa a desarrollar cosas únicas. Es una evolución que sucederá aquí también”, pronosticó Lerner.
El desarrollo de alto impacto, advierte, no se verá de un día para el otro, sino que es una apuesta de largo plazo, pero casos como el de Silicon Valley, o fuera de allí, Israel, prueban que vale la pena. “En Silicon Valley fue promovido desde la década del ’50, pero no despegó hasta los ’70 o inicios de los ’80. En China, empezó a fines de los ’90 y no fue hasta el fin de la primera década de los 2000, que la industria de VCs despegó. Por lo tanto, construir un sistema exitoso de venture capital lleva una década, o dos”, indicó. Eso, no obstante, no quita que puedan empezar a verse beneficios más temprano.