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Detectan un inquietante déficit entre los nacidos en plena pandemia

El impacto de la pandemia de Covid en los bebés nacidos durante ese periodo crítico, en el que las condiciones de vida fueron completamente diferentes a las normales, es un tema del que por ahora se ha indagado poco y sobre el que algunas investigaciones académicas empiezan a poner la mira.

“Resultados de desarrollo y comportamiento a los 2 años en bebés nacidos durante la pandemia de Covid-19: preocupaciones de comunicación en una cohorte de nacimiento pandémica”, se titula un trabajo de investigadores de la Universidad de Medicina y Ciencias de la Salud de Dublín, publicado en Archives of desease childhood.

Analizaron el comportamiento de 917 bebés. Una parte había nacido a los 3 meses de comenzada la pandemia y los compararon con otro grupo nacido antes de la pandemia. Ambos grupos alcanzaron puntajes de desarrollo similares en motricidad fina, resolución de problemas y dominios personales y sociales. Pero en función de los límites estandarizados “los puntajes de comunicación fueron significativamente más bajos en el grupo pospandemia”, afirmaron.

“El mundo era muy diferente para los niños durante la pandemia de Covid-19. La exposición a personas fuera de su grupo familiar inmediato (padres y hermanos) se redujo desde el nacimiento. El encierro condujo a una participación limitada o nula de la familia, especialmente de los abuelos. Trabajar desde casa y preocupaciones financieras se sumaron a los factores estresantes de la crianza, con informes de soledad y aislamiento, y un aumento de la depresión materna”, escenificaron los científicos a modo de sinopsis.

Analizaron que “los niños en edad escolar no pudieron asistir a clases en persona y la mayoría de los niños en edad preescolar no pudieron asistir a la atención/educación de la primera infancia, y los que asistieron demostraron mejores resultados en el lenguaje y la función ejecutiva. Cuando los niños se encontraban con otros fuera del hogar, era probable que los adultos estuvieran usando una máscara, lo que generó preguntas sobre el impacto que esto puede tener en el desarrollo del lenguaje”.

En los 13 meses que siguieron al inicio del confinamiento en Irlanda, el 87 % de ese tiempo se pasó en el nivel más estricto de cuarentena: sin visitas domiciliarias, quedarse en casa excepto para fines esenciales, hacer ejercicio dentro de los 2 a 5 kilómetros de la casa, sólo comercio minorista esencial y trabajar desde casa salvo trabajadores esenciales.

“La comunicación es el dominio del desarrollo que muchos profesionales especularon que estaría en riesgo en los niños pequeños durante la pandemia debido a factores de bloqueo que incluyen, entre otros, círculos sociales más pequeños y el uso de máscaras para adultos”, dijeron los expertos. Las mediciones y conclusiones se sacaron en base a cuestionarios realizados a los padres de los bebés.

“Es probable que los círculos sociales severamente restringidos hayan llevado a los bebés a escuchar menos palabras y conversaciones con personas fuera del hogar familiar, y si lo hicieron es probable que fuera entre adultos enmascarados”. Los resultados indicaron que “el doble de niños en la cohorte pandémica cayó por debajo del límite” para la remisión del desarrollo relacionado con la comunicación en comparación con los prepandémicos.

“Los bebés nacidos durante la pandemia escucharon sólo de 20 a 70 palabras por hora en comparación con entre 100 y 140 palabras en los bebés muestreados 3 años antes de la pandemia”, advirtieron los médicos y agregaron que “se requiere más investigación para identificar qué factores impactaron en el desarrollo de la comunicación y en qué medida”.

Cambios madurativos

Clarín consultó a expertos locales. Fernando Burgos, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría y jefe del área de Pediatría Ambulatoria del Hospital Austral, corroboró este panorama: “En los niños nacidos durante la pandemia hemos observado diferentes cambios madurativos que tienen que ver con lo motor, lo emocional y lo comunicacional”.

Burgos recordó que un estudio previo de 2021, publicado en Jama Pediatrics y hecho en Estados Unidos, ya daba algunas pistas sobre la cuestión y las consecuencias en los chicos, independientemente de si las mamás habían tenido Covid. “Esto habla del estrés indirecto del Covid. El encierro, los factores emocionales de la familia, la enfermedad de la familia, la pérdida del trabajo, y sobre todo el hecho de que no había una estimulación fuera del hogar, indudablemente repercutió en los bebés y sobre todo en el primer año de vida”, describió.

Burgos explicó que “el cerebro es plástico y muy maleable en los primeros meses de vida de los niños, sobre todo cuando van adquiriendo las pautas madurativas. Un bebé comienza con el balbuceo y a sentarse a partir del sexto mes de vida. Vemos un retraso madurativo: los niños empiezan a sentarse entre el séptimo y el octavo mes e inclusive también desde el punto de vista comunicacional hay un retraso del habla”.

El experto agregó: “Se podría atribuir a que en un primer momento, al usar los adultos máscaras, no teníamos contacto de facciones o expresiones con los bebés. Pero también es interesante observar que hay algunos retrasos del área motora. Esto nos deja en claro que la estimulación temprana tiene que ver con el estado emocional de los padres. Con una madre o padre más empáticos que estén más tiempo con su hijo vamos a obtener pautas madurativas mucho más acordes con la edad: la sonrisa a los dos meses, el sostén cefálico al tercer mes, el balconeo al cuarto mes y el sentarse entre el sexto y el séptimo mes”.

“Estamos muy atentos a los chicos nacidos en pandemia en cuanto a estos desarrollos, porque también se ha sumado incluso el uso excesivo de pantallas en menores de dos años y eso puede producir trastornos neurológicos o mucha neurodiversidad, como el espectro autista”.

¿Qué hacer ante esta evidencia? “Cuando un pediatra detecta un retraso madurativo en un niño, independientemente de la causa, se debe comenzar con la estimulación temprana, trabajos de kinesiología y terapias de integración. Esto permite recuperar el retraso y muchos casos quedarían para la anécdota. En algunos niños que pueden tener alguna neurodiversidad diagnosticada, ya sea un déficit atencional, un trastorno del espectro autista o un trastorno generalizado del desarrollo, se trabaja en forma interdisciplinaria para ir mejorando su rendimiento a lo largo de su vida”.

La clave de estar con otros

Florencia Salvarezza, lingüista experta en neurociencias y educación, docente de la Universidad de la Ciudad de Buenos Aires, explicó que “la comunicación es parte inherente del ser humano. Nos comunicamos naturalmente y el desarrollo comunicacional tiene dos patas. Una biológica, que es esta cuestión instintiva de la comunicación, y después toda la cuestión cultural, social y vincular. Para comunicarnos con otros tenemos que estar con otros”.

Dijo que estos déficits “hay que focalizarlos también en los chicos más grandes, que en el momento de declarada la pandemia tenían entre 1 y 4 años. Los que tienen habitualmente más contacto con otros, que van a salita de 2 o de 3. En ese mundo se desarrolla y organiza el sistema comunicacional. También fueron muy diferentes las interacciones de los chicos que tenían hermanos que los que sólo interactuaron en ese periodo con adultos”.

“Hay una característica que se está describiendo de chicos que tuvieron pocos intercambios comunicacionales con otros niños durante la pandemia. Manejan menos los códigos sociales y tienen una comunicación más rudimentaria, menos rica, menos vocabulario usándolo en términos de expresar deseos y comunicarse, pedir y compartir”, detalló Salvarezza.

¿Esta condición dejará una marca a futuro o es reversible? “Es algo muy dinámico. Uno tendería a pensar que eso no debería ser una marca indeleble en la vida de estos individuos en el largo plazo, porque la comunicación se va moldeando, forjando y modificando en los vínculos sociales cotidianos. Hay casos en los niños con trastornos específicos del lenguaje, o niños con trastornos del desarrollo, en los que sí puede haber ayudado que la patología sea un poco más compleja. Eso habrá que verlo caso a caso en el largo plazo”.