Los investigadores del laboratorio de Richard Flavell, de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, que se preguntaban por qué entre el 80 y el 90% de las personas infectadas por el Covid-19 sólo presentan casos leves, mientras que entre el 10 y el 20% se enfrentan a síntomas más graves o potencialmente mortales, y han descubierto que la razón puede estar en la respuesta inflamatoria antiviral del organismo de cada paciente.
Para su investigación diseñaron ratones de laboratorio para que posean sistemas inmunitarios similares a los humanos y estos “ratones humanizados” revelaron que las causas de la coronavirus grave pueden residir en nuestra propia respuesta inflamatoria antiviral al virus, informan en la revista ‘Nature Biotechnology’.
El estudio también demostró que dos terapias bien conocidas -el uso de anticuerpos monoclonales y el esteroide dexametasona- pueden ayudar a tratar las infecciones por Covid-19. Pero en el caso de los anticuerpos, el tratamiento sólo es eficaz si se administra en las primeras fases de la enfermedad. En el caso de los esteroides, sólo es eficaz si se administran durante las últimas fases de la enfermedad.
Las diferentes respuestas del sistema inmunitario al virus observadas en los animales de laboratorio estándar y en los seres humanos han dificultado a los científicos la determinación del punto de inflexión entre los casos leves y graves de Covid-19. Sin embargo, los ratones de Flavell, diseñados para tener un sistema inmunitario similar al de los humanos, ofrecen la oportunidad de responder a la pregunta.
“Si se infecta a un ratón de laboratorio estándar con el SARS-CoV-2, se infectará, pero no enfermará gravemente –señala Flavell, profesor Sterling de Inmunobiología en Yale y autor principal del trabajo–.Pero nuestros ratones humanizados enferman y no mejoran. Todo su sistema inmunitario está en llamas”.
El equipo de investigación -dirigido por el primer autor, Esen Sefik, becario del Instituto Médico Howard Hughes (HHMI) en la Fundación de Investigación del Cáncer Damon Runyon- introdujo el virus del SARS-CoV-2 tomado de pacientes humanos gravemente enfermos en las fosas nasales de sus ratones humanizados y luego siguió el curso de la enfermedad.
Comprobaron que los ratones infectados presentaban los mismos síntomas que los pacientes humanos gravemente enfermos, como daños pulmonares, pérdida de peso y una respuesta inmunitaria inflamatoria elevada y persistente que daña los tejidos.
A continuación, trataron a los ratones con anticuerpos monoclonales proporcionados por Michel Nussenzweig, inmunólogo de la Universidad Rockefeller y, al igual que Flavell, investigador del HHMI. Estos anticuerpos, que se dirigen específicamente al virus, eran eficaces si se administraban antes o muy pronto después de la infección, pero hacían poco por sofocar los síntomas si se administraban en las fases posteriores de las infecciones, según descubrieron.
Por el contrario, durante las primeras fases de la infección, el inmunosupresor dexametasona resultaba fatal para los ratones al suprimir la respuesta inmunitaria inicial, crucial para combatir el virus. Sin embargo, ayudó a eliminar la infección durante las etapas posteriores de la enfermedad al suprimir la respuesta inflamatoria que había comenzado a dañar los órganos.
“Al principio de la enfermedad, una respuesta inmunitaria fuerte es crucial para la supervivencia –señala Sefik–. Más adelante en la enfermedad, puede ser fatal”.
Los modelos de ratones humanizados también podrían revelar pistas sólidas sobre las causas y los posibles tratamientos de la llamada COVID larga y grave, avanzan los científicos.