Científicos estadounidenses los cultivaron en un biorreactor durante 30 días y no necesitaron inmunosupresores posteriores a la operación.
En 2014, un grupo de investigadores de la sede de Galveston de la Universidad de Texas (Estados Unidos) pudo decirle al mundo que había sido el primero en crear pulmones humanos en un laboratorio, gracias a la bioingeniería. Cuatro años después, anuncian que continuaron sus trabajos y lograron trasplantar exitosamente esos pulmones artificiales en cerdos.
Así lo cuentan en un artículo publicado en la revista científica Science Translational Medicine. El desafío no fue fácil. De hecho, fue preciso un control extremo de las condiciones del laboratorio ya que, producto del clima, “en esta ciudad el moho crecería sobre las personas si se quedaran quietas el tiempo suficiente”, aseguró Joan Nichols, autora principal del estudio, a medios estadounidenses.
Los pulmones fueron desarrollados a partir de células de los propios animales. Para crearlos fue necesaria una estructura previa, es decir, un pulmón de otro animal, que trataron con una mezcla de detergente y azúcar para dejar solo las proteínas que forman al órgano.
En base a esta estructura comenzaron a desarrollar los tejidos y vasos sanguíneos. Para esto, los colocaron dentro de un biorreactor que, de acuerdo a otro de los autores, “permite, entre otras cosas, darle al órgano una estimulación mecánica”. La máquina le proporciona un ambiente propicio para que el pulmón se desarrolle por 30 días, cuando está en condiciones de ser trasplantado a un ser vivo.
Luego de la intervención, los cuatro cerdos trasplantados vivieron por diez horas, dos semanas, un mes y dos meses, para que los científicos pudieran estudiar la manera en la que el órgano artificial evolucionaba dentro del cuerpo.
Los resultados fueron exitosos: los pulmones se adaptaron correctamente, continuaron con el desarrollo de vasos sanguíneos y de tejido, al tiempo que los microbios de la zona los colonizaron. Además, luego de la operación no fue necesario emplear drogas inmunosupresoras ni tampoco se presentaron síntomas respiratorios o rechazo del órgano.
“No vimos signos de edema pulmonar, lo que suele ser un signo de que la vasculatura no está lo suficientemente madura. Los pulmones continuaron su desarrollo después del trasplante sin ningún factor extra de crecimiento, el cuerpo proporcionó todos los componentes básicos que necesitaban”, indicaron los investigadores.
Lo que continúa siendo dudoso es si los pulmones artificiales cumplían su función correctamente, ya que, si bien los animales no presentaron dificultades, los expertos no pudieron determinar si se debía al trabajo del órgano original.
El avance es prometedor, dado que “el número de personas que desarrollaron lesiones pulmonares graves aumentaron en todo el mundo, mientras que la cantidad de órganos trasplantables disponibles ha disminuido. Nuestro objetivo final es proporcionar eventualmente nuevas opciones para quienes esperan un trasplante”, concluyeron.