“El nombre es muy marketinero, pero en realidad, refiere a un reemplazo hormonal. El chip, como le dicen, no te convierte en una chica de 20, pero sí te ayuda a administrar los años de vida que te quedan”.
Catherine Fulop (54) explicó el cambio y los beneficios que le significaron el tratamiento hormonal basado en el famoso “chip sexual”. “El nombre es muy marketinero, pero en realidad, refiere a un reemplazo hormonal. El chip en cuestión se llama pellet y se pone bajo la piel, para que libere las hormonas que te empiezan a hacer falta cuando llega la menopausia. Más allá de haber mejorado mi vida sexual, noté cambios en la piel – ya no es tan seca-, lo mismo con el pelo. Se reducen los calores y ganas energía. La panza no se te hincha tanto y tus estados de ánimo se estabilizan con el tiempo. El chip, como le dicen, no te convierte en una chica de 20, pero sí te ayuda a administrar los años de vida que te quedan”, explica.
El reemplazo hormonal. Si bien hasta hace un tiempo el ginecólogo te mandaba comprar hormonas sintéticas que las conseguía en la farmacia, hoy, a través de una nueva técnica, se logró hacer hormonas bioidénticas [de origen vegetal, son muy parecidas a las hormonas que produce el organismo].
Cuando te haces grande, te vas secando como las plantas, la piel se nos va secando, todo. En vez de aprovechar para tener una vida sexual más plena, teníamos que ponerle mucha más garra a cada uno de nuestros encuentros.
Creo que igual está todo en la cabeza, no es que de repente te vas a poner el chip y vas a ser una chica de 20 años con las hormonas alborotadas, que apenas te tocan te pones chévere y ya estás lista para la fiesta en el rancho. No es así. Hay que ponerle ganas, hay que ponerle inventiva, imaginación. Por suerte, tengo la fortuna de estar con un hombre que amo un montón y es guapísimo, por lo que no necesito mucho.
Lo recomiendo siempre pensando que todo está dentro de nosotros, en nuestra cabeza. No existe la magia, la magia la haces tú. Yo siento que físicamente esto hace muy bien, si eres una persona que hace ejercicio, es bueno. Yo hago mi parte, me esfuerzo y me mato haciendo gimnasia y si mi marido me invita a salir y estoy cansada, salgo igual, me baño, me visto y salgo.
Y trato, además, de trabajar la espiritualidad porque creo que somos un todo, somos lo que comemos, cómo nos movemos y alimentamos nuestro espíritu. Este chip y los aparatos de centros de estética son una ayuda más. Pero de nada sirve si vas a una máquina que te activa el colágeno y después estás echada todo el día comiendo facturas.