El término “burrolandia, cabe a la medida de nuestro país porque casi la mitad de la población argentina es semi analfabeta.
¿Qué es semi analfabeta? Es una población que posee rudimentarios recursos culturales. Tienen dificultad en la comprensión de textos y quedaron descolgados del sistema educativo porque no pudieron superar el nivel medio de la enseñanza. No terminaron la secundaria. Y, en algunos casos, ni siquiera llegaron a cursar el primer año.
En “burrolandia” va a ser muy difícil insertarse en tareas laborales porque para trabajos relativamente simples como repositorios de góndolas o cadetería se requiere como mínimo, el ciclo básico cumplido. Hace 35 años entramos en una caída educativa y los chicos de “burrolandia” fueron formando una legión de jóvenes y adultos pobres. A pesar del tiempo transcurrido, la desidia política no despertó alarmas y nada cambió, sino que fue empeorando a través de estos años.
Hoy, a 22 años del nuevo siglo tenemos casi exactamente la misma cantidad de chicos y jóvenes pobres que el porcentaje de semi analfabetos. El 50% de esos chicos están en esa condición.
Era inevitable que la falta de recursos elementales de educación se tradujera en una catástrofe social. Hambre y semi analfabetismo son dos consecuencias inevitables.
Ahora, se vive en Burrolandia con “hambre” y no saldremos de esa condición mientras no se encare en simultaneo una dramática lucha contra el flagelo de la catástrofe educativa que vivimos.
Cuando los responsables de empresas (escasas por supuesto) que demandan personal, la respuesta es la misma: más de la mitad de los aspirantes no pueden llenar correctamente una elemental fórmula de aspirante a un empleo.
Cuando hay hambre se lanzan planes de emergencia alimentaria, necesarias pero insuficientes. Sin una emergencia educativa en paralelo va a ser difícil que tenga éxito.
Fuente; Facebook, por el Dr. José Luis Krede