En esta profesión no existe día ni horario, y él lo sabe. José Walter Ahumada, bombero voluntario de la ciudad de Frías, debió dejar el egreso de su amada hija para cumplir su noble labor.
José Walter Ahumada es bombero voluntario en la ciudad de Frías, departamento Choya, en la provincia de Santiago del Estero.
Él y sus dos hijos, Esteban y Christian, integran el cuerpo y saben más que bien que en esa noble profesión no hay día ni horario. Cuando el deber llama, deben concurrir con celeridad y dejar lo que sea que estén haciendo. No hay excusa válida para no cumplir su misión.
Es que, claro, son altos los valores en juego: Tienen responsabilidad sobre vidas humanas y también sobre los bienes de las personas, que tal vez con inmenso esfuerzo lograron conseguir. Piénsese, por ejemplo, si las llamas se desataran en el interior de una humilde vivienda donde viven un matrimonio y sus seis hijos menores.
¿Qué pasaría si no hubiera quién acuda a auxiliarlos, a salvar sus vidas y sus preciados —y humildes— bienes?
Así las cosas, anoche Walter y sus dos hijos varones estaban en el egreso de su hija Melani, que culminó con éxito sus estudios secundarios, y apenas pasada la 1 de la mañana, por altavoz, el animador de la fiesta pidió a los familiares que se preparen para el momento “clave”: llegaba la hora de bailar el vals.
Pero como bien se aclaró más arriba, el bombero no tiene día ni horario. Walter y sus hijos ya estaban de pie para bailar con la egresada cuando sonó el handy que avisaba sobre un voraz incendio en un depósito, y no dudaron ni un segundo. Es fácil imaginar la congoja del bombero por tener que partir y no poder estar con su hija en el momento más importante de la noche, pero se fue.
Dicho sea de paso, entre los objetos que había en el lugar incendiado —plásticos y demás material altamente inflamable— había muchísima ropa para los niños que más lo necesitan en esa ciudad. ¿Era importante salvar esos bienes? Sin dudas.
El cuerpo de Bomberos cumplió su labor, sofocó el incendio y Walter y sus hijos regresaron a la fiesta… pero ésta ya había terminado. Otra vez la congoja. Pero luego la tranquilidad de haber hecho, simplemente, lo que tenía que hacer.
Por lo sucedido, Walter hoy pidió perdón a su hija en su cuenta de Facebook.
“Mil perdones, hija… Justo en el momento del vals recibimos la alarma del incendio, y junto a tus hermanos Esteban y Christian, salimos al llamado. Y se nos acabó la fiesta. Perdonanos. Te amo hija, esto es ser bomberos”.
Cuando lo llamamos para entrevistarlo, nos contó: “Por suerte ya me perdonó (risas). Bromas aparte, yo sé que ella sabe que esta profesión es así, porque nació y se crió entre bomberos, y lo entiende: En esto, el deber está primero”.